¡hola! espero que esta cartita te encuentre feliz y en calma. aquí, en la cdmx, sigue lloviendo como si no hubiera un mañana y hace más frío del que una esperaría en verano, así que con un tecito caliente te escribo para contarte un poquito de mi relación con la noche que es uno de mis temas favoritos, y por qué estoy tan obsesionada con ella. ojalá que la disfrutes.
esta carta se lee con la luna enamorada, de Kali Uchis, de fondo.
de niña me daba miedo la oscuridad de la noche.
ahora recuerdo con mucha poesía y añoranza las luciérnagas que veía al caminar por el puentecito colgante sobre el río que pasaba al lado de la oficina de mi mamá, en el pueblito en el que vivimos hasta que cumplí 9 años, pero en ese entonces me moría de miedo. apenas alcanzaba a detenerme a admirar las lucecitas, a imaginar que eran pequeñas hadas de luz que revoloteaban a mi alrededor. hasta muy grande, creía que todos los y las niñas del mundo habían crecido con luciérnagas y cantos de sapo.
la oscuridad me daba miedo porque albergaba lo desconocido pero sobre todo lo malo. crecer en un pueblo pequeño del sur mexicano a mediados de los noventa era crecer oyendo historias de fantasmas, aparecidos, emisarios del castigo que se llevaban almas mal portadas. MIEDO. imaginaba que por fuera de mi casa, en las calles oscuras, había seres horribles que me observaban toda la noche, que esperaban a que yo estuviera dormida para robarme el alma, cambiarme por una versión malvada de mí o arrastrarme a alguna profundidad sin luz y sin mis papás. no servía de nada que nunca pasara nada de eso, cada noche era una nueva oportunidad.
supongo que en respuesta a este miedo mi mamá me regaló “La niña que iluminó la noche”, un cuentito precioso de Ray Bradbury con ilustraciones de Juan Marchesi y la traducción de Amelia Hannois. claro que no hubo historia posible que disolviera mis terrores infantiles.
ya en la pequeña ciudad que era Tuxtla mi relación con la noche era distinta.
yo siempre quise irme de fiesta. fantaseaba con ser una adolescente de telenovela y tener un carro convertible a los 15 años en el cual subir a mis amigas, llevármelas a bailar toda la noche y regresar a nuestras casas al amanecer. sobra decir que no tuve un carro y mucho menos un convertible, y en cambio era una adolescente promedio que se organizaba con sus amigas para que una de las mamás nos llevara y otras nos recogiera a todas de la misma fiesta que terminaba a las 12 de la noche. aún así había magia en juntarnos a decidir qué ropa íbamos a usar, a experimentar con el maquillaje, a ensayar algún pasito de baile.
tal vez porque éramos adolescentes millenials todo se sentía cósmico y psicodélico, y por breves momentos yo creía que la noche podía ser el lugar que habitara para siempre: la ropa, la fiesta, el maquillaje, la sensualidad (eso de tener todos los sentidos atentos). supongo que fue en esta época en la que realmente se encendió la noche para mí. un poco por la experiencia de las amigas y otro poco porque, en otra noche de adolescente pero con un grupo completamente distinto, descubrí que quería saberlo todo de las constelaciones.
resulta que de las constelaciones no hay tanto qué saber (o sí, según el enfoque): son estrellas que los humanos observamos y decidimos agrupar imaginariamente, ponerles nombres, darles significado y hacer ese nombre colectivo. según Wikipedia en la famosa Osa Mayor algunas culturas árabes veían una caravana, en muchas culturas se ve una cuchara o un cazo o un papalote, mientras que este texto del INAH1 dice que para el zodiaco tolteca la Osa Mayor era tan solo la nariz de una constelación mucho más grande, cuyo equivalente sería algo como un mono: yo pienso que las constelaciones son las coreografías que los humanos hacemos con las estrellas.
el caso es que esa noche adolescente yo estaba de campamento con mi grupo scout2 en Chiapas y Gabriel, famoso por ser de los muy poquitos que sabía reconocer constelaciones, apareció con un cielo particularmente estrellado y por primera vez entendí que Orión era más que un cinturón, por qué a veces se veía y a veces no y por qué la estrella polar es importante aunque no sea la más brillante3. mi pasión por las estrellas ya existía en su forma mística, pero a partir de esa noche quise saberlo todo: ¿por qué las estrellas tienen nombre y quién se los dio? ¿qué significan las magnitudes? ¿cómo nacen y porqué es rarísimo ver morir una estrella? ¿por qué no podemos presenciar supernovas a voluntad?. de las estrellas hay muchísimo qué saber, y la ciencia sigue descubriendo cosas.
encender la noche: no diría que dejé de tenerle miedo a la oscuridad, pero todo cambió.
ahora tengo mucho, muchísimo qué decir de la noche y esta carta no alcanza para todo lo que quisiera contarte: por allá del 2015 empecé a caminar a caminar a caminar y la noche fue apareciendo como un territorio en sí mismo y dibujándose también como frontera. como toda frontera tiene un límite, en este caso uno socialmente establecido que dicta que las mujeres no debemos andar en la calle una vez que se mete el sol, una frontera delimitada por el crimen organizado en turno que organiza (coreografía) qué cuerpos pueden o no transitar el espacio bajo su gobierno, una frontera dictada por los horarios labores diurnos que hacen que el cansancio nos venza. la frontera de la noche está demarcada por lo peligroso, las drogas, el coqueteo con la muerte.
a menudo vuelvo a la oscuridad y cómo en ella se nombran las sombras, lo monstruoso, lo que se oculta, el miedo, y al mismo tiempo solo en la oscuridad puede verse lo que brilla: las luciérnagas, las estrellas, las luces, las lentejuelas. la oscuridad es necesaria para la preservación de muchísimas especies, para la migración de las aves, para mamíferos que viven de noche como el cacomixtle, el armadillo o la marturcha.
la oscuridad es también el terreno de las primeras seducciones, de los umbrales, del cruising4 (una práctica que yo no ejerzo pero que admiro en la capacidad de volverse sexual, sensual y/o vulnerable frente a un extraño) y por supuesto, del baile. sin importar cuán buena idea nos parezcan (o no) las Coffee Parties5, la noche sigue siendo el gran territorio de encuentro para bailar: lento o acelarado, pegadita a tu pareja o a una comunidad que baila contigo, en espacios públicos gratuitos o espacios privados carísimos, cumbia, reggaetón, ranchero o electrónica: se baila de noche. a menudo pienso en la oscuridad nocturna como el terciopelo que nos envuelve para bailar.
yo quisiera escribir un ensayo eterno sobre la noche, pero me prometí que estas serían unas cartas cortas para que no se sintiera abrumador leerlas. así que cierro esta primera entrega sobre la noche diciendo que todo esto sucede en un delicado equilibrio con los trabajos nocturnos (de salud, de limpieza, de transporte, sexual) y las tensiones de lo que es secreto (el tráfico de drogas, armas, personas, pero también los amores escondidos o lo que nos avergüenza); y que la noche y su oscuridad son un derecho que, como todos, hay que defender con el cuerpo y la presencia.
Resulta que es bien difícil encontrar textos que nos hablen de la visión astronómica de las culturas precolombinas en México. Se sabe muy poquito y lo que se sabe es que la relación con el cielo era completamente diferente a lo que se entiende desde la cultura occidental, y que los nombres de las constelaciones no eran solo eso sino que implicaban todo un sistema religioso y científico.
Otro día tal vez te cuente de mi experiencia scout, cómo fui a parar ahí, por qué me quedé tanto tiempo y cómo descubrí que eso ha permeado toda mi práctica artística.
Se encuentra muy cerca del polo norte celeste y se mueve muy poco, lo que la hace muy útil para ubicar el norte en noches estrelladas
Se refiere a la práctica de buscar encuentros sexuales en lugares públicos, a menudo de forma anónima y con desconocidos.
Un Coffee Rave se parece a una rave tradicional, pero en lugar de alcohol y luces de antro, el enfoque está en la cafeína y la música electrónica. Las Coffee Raves suelen tener una atmósfera vibrante, con DJs en vivo, luces y una mayor intensidad que los Coffee Party, pero sin los efectos del alcohol.